Una historia de gripe
Antonio, el hijo del Director Ejecutivo de Vacuna a Su Familia, nació en otoño de 2000. Lamentablemente, en ese momento, sólo se recomendaba que los niños de 6 meses a 4 años de edad recibieran la vacuna contra la influenza (gripe) si se consideraba que tenían un alto riesgo de sufrir complicaciones a causa de la gripe.
No fue hasta 2010 cuando se recomendó que todas las personas de 6 meses o más recibieran la vacuna anual contra la gripe. Esto significaba que miles de niños pequeños como Antonio “Toño” quedaban desprotegidos del virus de la gripe cada año.
Durante el otoño de 2001, Toño celebró su primer cumpleaños. Varias semanas antes había sido hospitalizado por una enfermedad respiratoria que le hacía respirar con dificultad y le provocaba una deshidratación excesiva por la fiebre y los vómitos. Toño pasó varios días en el hospital, donde se le rodeó de una tienda de oxígeno y se le administraron tratamientos para ayudarle a respirar. Afortunadamente, respondió bien a los tratamientos y pudo volver a casa para un estrecho seguimiento con su pediatra.
Ese noviembre, con la temporada de gripe en pleno auge, Toño volvió a enfermar y sus padres empezaron a darse cuenta de que no parecía recuperarse de las enfermedades respiratorias tan rápidamente como otros niños (pasaría otro año antes de que le diagnosticaron oficialmente asma y alergias). La madre de Toño se preocupó mucho y lo llevó al pediatra, que le dio el típico consejo de hidratarlo lo mejor posible y traerlo de vuelta si su estado empeoraba.
A lo largo de ese día siguió vomitando y tuvo una fiebre muy alta. A medida que transcurría la larga noche, parecía estar más desganado, pero la fiebre parecía haber desaparecido finalmente. Cuando la pediatra de Toño llamó muy temprano a la mañana siguiente, su madre le informó de que creía que tal vez había superado el obstáculo. Le había bajado la fiebre y ahora se sentía frío y húmedo, aunque también parecía cada vez más apático y sin fuerzas en sus brazos. Para su sorpresa, la pediatra se alarmó mucho y le indicó que llevará a Toño al hospital más cercano, donde se reuniría con ellos. Le explicó que el hecho de que tuviera frío y estuviera húmedo no era un signo de que hubiera bajado la fiebre, sino una señal peligrosa de que su presión arterial era demasiado baja.
Una vez en la sala de urgencias, llevaron a Toño a una sala de tratamiento donde le pidieron a su madre que lo sujetara para poder introducir una aguja en su pequeño brazo para administrarle líquidos por vía intravenosa, ya que estaba peligrosamente deshidratado. Lo colocaron en una imponente cuna de metal que estaba rodeada por una tienda de oxígeno de plástico. Cada hora, las 24 horas del día, un técnico le proporcionaba tratamientos respiratorios con una máquina nebulizadora. Los médicos comprobaban su respiración con regularidad y sus niveles de oxígeno aumentaban gradualmente. Después de tres días de tratamiento, Toño fue dado de alta a unos padres muy nerviosos con instrucciones sobre cómo evaluar adecuadamente su función respiratoria en caso de que volviera a enfermar en el futuro. Afortunadamente, superó el resto de la temporada de gripe sin ninguna enfermedad importante.
Un año después, en la temporada de gripe que se avecinaba, una gran escasez de vacunas contra la gripe llevó a los funcionarios de salud pública a recomendar la vacunación sólo para las personas de alto riesgo. La madre de Toño llamó a la pediatra para preguntar por la necesidad de vacunarle contra la gripe, explicándole que el año anterior había sido hospitalizado dos veces y que, por tanto, podía considerarse de alto riesgo. No fue hasta ese momento cuando le informaron de que en su historial figuraba que había sido hospitalizado por complicaciones de la gripe, y como también le habían diagnosticado recientemente asma, era prioritario que recibiera la vacuna antigripal. Esta fue la primera vez que sus padres se enteraron de que la hospitalización de su hijo estaba relacionada con la gripe, ya que nadie se lo había dicho al darle el alta (sólo estaba escrito en el historial). También se enteraron de que los niños con asma corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves a causa de la gripe.
Desde aquella aterradora batalla contra la gripe, Antonio (y toda su familia) se vacuna contra la gripe todos los años. Hoy, Antonio es un estudiante universitario sano, que se vacuna todos los años (esta vez por su cuenta). Sus padres se han convertido en miembros de Families Fighting Flu (FFF) para ayudar a otros a reconocer lo rápido que la gripe puede convertirse en una enfermedad grave y cómo reconocer los signos de malestar en sus hijos.
La familia Pisani ha hablado sobre los peligros de la gripe a varios medios de comunicación y ha participado en una campaña de vídeo educativo que se emitió en Delta y United Airlines durante la temporada de gripe.