Brie nació el 13 de enero de 2003, con un peso de sólo 2,5 kilos y medio. Brie estaba perfectamente sana hasta que un sábado por la mañana, el 8 de febrero, empezó a tener una tos muy fuerte. Sus padres sospecharon que se trataba del virus respiratorio sincitial (VRS) y su pediatra les dijo que llevaran a Brie a urgencias.
Los médicos de urgencias hicieron algunas pruebas y decidieron que Brie simplemente estaba resfriada, y les dieron a sus padres una receta y la enviaron a casa. El martes, Brie seguía tosiendo, así que sus padres la llevaron a la consulta del pediatra para que le dieran un tratamiento respiratorio. Seguía sin mejorar, y el miércoles por la noche su padre y su madre se turnaban para sentarse con ella y poder ayudarla cuando tosía. Por la mañana, exactamente un mes después de que Brie naciera, tosía con tanta fuerza que se ponía azul alrededor de la boca. El pediatra envió a Brie y a sus padres directamente al hospital local pero, después de ver cómo Brie se desmayaba tras otro violento ataque de tos, tomó la decisión de trasladar a Brie en helicóptero a un hospital más grande.
Cuando Brie llegó al hospital, las pruebas revelaron que tenía un grave reflujo ácido y los médicos pensaron que se estaba ahogando con la leche. Decidieron que una intervención quirúrgica corregiría el problema, pero cuando Brie salió de la operación la tos aún no había cesado. Los médicos le hicieron una prueba de tos ferina y decidieron tratarla mientras esperaban los resultados. Los resultados de las pruebas fueron positivos, pero el tratamiento no se administró con la suficiente antelación.
La primera máquina a la que pusieron a Brie fue un ventilador. Cuando esto no ayudó, decidieron poner a Brie en la máquina ECMO. Esto la ayudó a respirar y ayudó a su corazón para que su cuerpo intentara curarse. Entonces empezó a perder líquido en sus tejidos, lo que hizo que aumentara su tamaño hasta diez veces de lo normal. La pusieron en diálisis y también le pusieron un tubo en el estómago para ayudar a liberar parte del líquido. Finalmente empezó a mostrar signos de recuperación y cierta actividad en el cerebro, hasta que empezó a sangrar. Como estaba en ECMO, también tuvo que recibir heparina, que es un anticoagulante. El adelgazamiento de la sangre provocó hemorragia cerebral. La hemorragia se coaguló ese mismo día, pero el lado opuesto del cerebro empezó a sangrar.
Los médicos tuvieron que desconectar a Brie de la máquina ECMO. El 6 de marzo llamaron a los padres de Brie para explicarles la situación de su hija y darles tiempo para que vinieran a despedirse de ella. La madre de Brie la abrazó por última vez y la acunó mientras el padre de Brie le leía un cuento. Vivió unos 30 minutos después de que apagaran la máquina. Sólo tenía 52 días y le faltaban 7 días para recibir su primera vacuna DTaP.
Aprende a proteger a su recién nacido de la tos ferina.